Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
El deseo
dice: «No querría tener que entrar yo
mismo en este orden azaroso del discurso; no querría
tener relación con cuanto hay en él de tajante y
decisivo; querría que me rodeara como una
transparencia apacible, profunda, indefinidamente
abierta, en la que otros responderían a mi espera, y de
la que brotarían las verdades, una a una; yo no tendría
más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo
abandonado, flotante y dichoso».
mismo en este orden azaroso del discurso; no querría
tener relación con cuanto hay en él de tajante y
decisivo; querría que me rodeara como una
transparencia apacible, profunda, indefinidamente
abierta, en la que otros responderían a mi espera, y de
la que brotarían las verdades, una a una; yo no tendría
más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo
abandonado, flotante y dichoso».
Y la
institución responde: «No hay por qué tener
miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte
que el discurso está en el orden de las leyes, que desde
hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le
ha preparado un lugar que le honra pero que le
desarma, y que, si consigue algún poder, es de
nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene
miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte
que el discurso está en el orden de las leyes, que desde
hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le
ha preparado un lugar que le honra pero que le
desarma, y que, si consigue algún poder, es de
nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene
El orden del discurso Michel Foucault (1970)
Clausura de la Maestría en Educación Ambiental |
Tal vez
tenga razón el pensador ambiental brasileño Moacir Gadotti (actual director del
Instituto Paulo Freire en São Paulo), al afirmar que la educación ambiental
tiene como finalidad la posibilidad y construcción, todavía real, de otro mundo
posible. Uno que no apunte con tanta precisión, eficiencia y eficacia al
exterminio de la especie humana y la destrucción de los recursos naturales que
le son útiles o incluso los que considera inútiles.
Después de
veinte años de practicar y ejercer en la educación ambiental a nivel de
posgrado, particularmente en la formación de docentes, en la Universidad
Pedagógica Nacional, institución que fue fundada para tal fin, podemos afirmar
categóricamente que el camino a la sustentabilidad es no solo inevitable en
esta arquitectura de la nueva sociedad, sino el único camino con llegada clara,
términos alternativos social, económica y ecológicamente.
Hace dos
lustros en forma general, y creo que todavía hoy algunos en nuestra propia
institución, nos confunden con ecólogos, con practicantes de mejores acciones
domésticas, con recicladores, con ahorradores de recursos, con llenadores de
formatos o aspiradores de fondos verdes, etc.
Ahora que el
discurso de la sustentabilidad y de la educación ambiental, se estructura y
permea en forma distinta a la ciudadanía planetaria; del gobierno de los
Estados Unidos, a los altermundista; de los estudiantes de preescolar a los de
posgrado, de los ciudadanos comunes a los medios de comunicación; de las
autoridades educativas a los profesores, comenzamos a ser visibles y
comprensibles. La Educación ambiental a contracorriente del estilo mundo
actual, ha cobrado sentido ante los ya evidentes e innegables signos y síntomas
de la crisis ambiental.
La educación
ambiental penetra cada vez más profundo, en leyes y en normas sociales, los
sistemas educativos en todos los niveles, ámbitos, comunidades, regiones y
países; los medios de comunicación (noticias, películas documentales y de
ficción, y, emisiones de radio y televisión, spots, programas, canales, series,
sitios en internet y en redes sociales, etc.), en áreas naturales protegidas ,
en zoológicos, acuarios, y otros espacios de esparcimiento, del mismo modo en
las políticas públicas, las agendas sociales de los tres niveles de gobierno.
También cada vez más tiene una mejor incorporación en la sociedad civil en su
conjunto.
La
sustentabilidad que se promueve ya aparece, es evidente y viable. Sin embargo,
sigue necesitando ingenieros, constructores y maestros: propagadores y
pregoneros que difundan, convenzan, cantando, recitando, escribiendo, dando
clases, utilizando el arte y la los artilugios de la cultura popular o la
poesía para seducir en este tipo de educación que transita los océanos de
conocimiento con certezas de exploración, búsqueda e intervención educativa
siempre respaldados por el ancla firme de la interdisciplinaridad científica y
educativa.
Esta es la
buena nueva, queridos educadores ambientales que hoy se gradúan, que te
tenemos que propagar o tomar como misión de vida. Hay un mundo posible, nuevo,
alterno y diferente construyéndose con las bases de la sustentabilidad: que se
aleja y constituye más allá del hiper-consumo, de la enajenación productiva,
del uso desmedido de los recursos naturales, del hedonismo sin causa., el
excedente como sentido existencial, el mercado como rey central, del poder
actual y sus tentaciones autoritarias, de las crisis económicas que parecen ya
no tener fin, de la dependencia ciega de jóvenes a los gadgets, del
individualismo que enferma a la gente y la vuelve contra sí misma, de la
omnipotencia de la energía fósil, la alineación de la colectividad y las
persona y la obsesión por la evaluación, superpotencia da con ingredientes
adictivos de drogas como la calidad, las persecución , la descalificación y
pronto la exclusión social. y el desempleo..
Hay un mundo
posible y es diverso, abierto, alcanzable, heterogéneo, distinto, insospechado,
biodiverso, feliz, responsable, solidario, sustentable, comunitario, con
fuertes raíces de arraigo local, pero que propone conexiones múltiples y
equitativas con el resto del planeta.
Este nuevo
mundo sustentable, inacabado aún pero inundado con la esperanza de un mejor
mañana, hay que pregonarlo porque está lleno de maestros que son valorados en
su contexto y realidad específica. Como ustedes lo vienen a demostrar aquí y
ahora.
Estamos
urgidos de educadores ambientales formados en programas académicos que
propaguen este contagio de la sustentabilidad. Que se quiten el tapa bocas,
gritando, difundiendo, compartiendo y entregando la potencia sin límite de la
intervención educativa en asuntos ambientales.
Estimados y
muy queridas: Gloria, Elsa, Gisela, Mikiko, Liliana, Daniel Isaac, Oscar,
Daniel Lara, Rubén Inclán, Víctor Miguel y Leonardo, miembros de generación Mtro
Oswaldo Escobar Uribe y amadrinados de la Mtra. Alma Lilia
Cuevas, dos increíbles y dignos egresados de este Programa Académico, que
son ahora docentes que lo fortalecen. Me honra por lo tanto esa distinción, a
académicos del Programa.
De los
alumnos que hoy se vuelven candidatos al grado de maestros, de ustedes, podría
decir mil cosas, anécdotas, historias, narraciones; productos intangibles e
imborrables, recuerdos existenciales de una interacción educativa, cultural y
afectiva que rebasa en algunos casos lustros. Algunos ustedes los conocí cuando
estudiaba en la nacional de maestros, otros en la vida ejerciendo como profesor
de educación básica, otras han sido mis alumnas desde licenciatura y otros
egresados de alguna otra unidad de la universidad, los menos llegaron aquí por
una sugerencia egresado de este mismo Programa Académico. Solo digo un hecho
contundente e innegable: esta promoción, esta generación como las nombramos se
abrió porque ustedes la demandaron, exigieron estudiar la Maestría de Educación
Ambiental de la 095, por la ya larga trayectoria de la misma y por sus
productos académicos. No tuvimos argumentos para negarnos.
Les tocó una
época rica en frutos colectivos: creamos revistas digitales, manteniendo
impresa Caminos Abiertos, participamos en Congresos Nacionales como
del de investigación en Educación Ambiental en Puebla o el de Investigación
organizado por el Comie en Ciudad Universitaria de la Ciudad de México;
asistimos a apoyar la Especialidad de Educación Ambiental de la Maestría en
Educación Básica, en la Unidad de Reynosa Tamaulipas de la UPN en un
encuentro con estudiantes; participaron de innumerables tareas para que se
celebrara el III Coloquio Nacional de estudiantes y egresados de
Programas Académicos de Educación Ambiental en Mazatlán. En estos dos último
años se continuó impartiendo el taller de intervención educativa en educación
ambiental, que con asesorías y tutorías ha logrado consolidarse como una
estrategia para seguir logrando productos finales que se convierten en tesis.
Escucharon y compartieron con decenas, tal vez cientos de educadores
ambientales en diversos lugares y centros educativos. La mayoría de ustedes
publicó su primer artículo en una Memoria de un Congreso o un medio de
divulgación. Crecieron todos en su conocimiento del mundo y de la educación en
particular.
Solo me
queda una solicitud, ahora en correspondencia a esa exigencia de haber exigido
abrir esta generación; una atenta petición dividida en tres cosas, a saber:
finalizar y defender su tesis de grado, continuar produciendo juntos ahora como
colegas, es decir, que no se alejen del campo y espero una notable práctica
como profesionales de la educación ambiental, que para eso se formaron.
Pero esto
vendrá mañana. Hoy disfruten con quien más quieran el haber llegado a la
conclusión de los créditos de la Maestría y el Diploma que los hace aspirantes
al penúltimo grado académico, en la escalera al cielo de los grados académicos,
en este caso en educación ambiental y eso hay que asumirlo, publicitarlo y
pregonarlo. Muchas gracias.
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