8 de abril de 2013

Propagadores y pregoneros de las buenas nuevas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
El deseo dice: «No querría tener que entrar yo
mismo en este orden azaroso del discurso; no querría
tener relación con cuanto hay en él de tajante y
decisivo; querría que me rodeara como una
transparencia apacible, profunda, indefinidamente
abierta, en la que otros responderían a mi espera, y de
la que brotarían las verdades, una a una; yo no tendría
más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo
abandonado, flotante y dichoso».
Y la institución responde: «No hay por qué tener
miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte
que el discurso está en el orden de las leyes, que desde
hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le
ha preparado un lugar que le honra pero que le
desarma, y que, si consigue algún poder, es de
nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene
El orden del discurso Michel Foucault (1970)
Clausura de la Maestría en Educación Ambiental
Tal vez tenga razón el pensador ambiental brasileño Moacir Gadotti (actual director del Instituto Paulo Freire en São Paulo), al afirmar que la educación ambiental tiene como finalidad la posibilidad y construcción, todavía real, de otro mundo posible. Uno que no apunte con tanta precisión, eficiencia y eficacia al exterminio de la especie humana y la destrucción de los recursos naturales que le son útiles o incluso los que considera inútiles.
Después de veinte años de practicar y ejercer en la educación ambiental a nivel de posgrado, particularmente en la formación de docentes, en la Universidad Pedagógica Nacional, institución que fue fundada para tal fin, podemos afirmar categóricamente que el camino a la sustentabilidad es no solo inevitable en esta arquitectura de la nueva sociedad, sino el único camino con llegada clara, términos alternativos social, económica y ecológicamente.
Hace dos lustros en forma general, y creo que todavía hoy algunos en nuestra propia institución, nos confunden con ecólogos, con practicantes de mejores acciones domésticas, con recicladores, con ahorradores de recursos, con llenadores de formatos o aspiradores de fondos verdes, etc.
Ahora que el discurso de la sustentabilidad y de la educación ambiental, se estructura y permea en forma distinta a la ciudadanía planetaria; del gobierno de los Estados Unidos, a los altermundista; de los estudiantes de preescolar a los de posgrado, de los ciudadanos comunes a los medios de comunicación; de las autoridades educativas a los profesores, comenzamos a ser visibles y comprensibles. La Educación ambiental a contracorriente del estilo mundo actual, ha cobrado sentido ante los ya evidentes e innegables signos y síntomas de la crisis ambiental.
La educación ambiental penetra cada vez más profundo, en leyes y en normas sociales, los sistemas educativos en todos los niveles, ámbitos, comunidades, regiones y países; los medios de comunicación (noticias, películas documentales y de ficción, y, emisiones de radio y televisión, spots, programas, canales, series, sitios en internet y en redes sociales, etc.), en áreas naturales protegidas , en zoológicos, acuarios, y otros espacios de esparcimiento, del mismo modo en las políticas públicas, las agendas sociales de los tres niveles de gobierno. También cada vez más tiene una mejor incorporación en la sociedad civil en su conjunto.
La sustentabilidad que se promueve ya aparece, es evidente y viable. Sin embargo, sigue necesitando ingenieros, constructores y maestros: propagadores y pregoneros que difundan, convenzan, cantando, recitando, escribiendo, dando clases, utilizando el arte y la los artilugios de la cultura popular o la poesía para seducir en este tipo de educación que transita los océanos de conocimiento con certezas de exploración, búsqueda e intervención educativa siempre respaldados por el ancla firme de la interdisciplinaridad científica y educativa.
Esta es la buena nueva, queridos educadores ambientales que hoy se gradúan, que te tenemos que propagar o tomar como misión de vida. Hay un mundo posible, nuevo, alterno y diferente construyéndose con las bases de la sustentabilidad: que se aleja y constituye más allá del hiper-consumo, de la enajenación productiva, del uso desmedido de los recursos naturales, del hedonismo sin causa., el excedente como sentido existencial, el mercado como rey central, del poder actual y sus tentaciones autoritarias, de las crisis económicas que parecen ya no tener fin, de la dependencia ciega de jóvenes a los gadgets, del individualismo que enferma a la gente y la vuelve contra sí misma, de la omnipotencia de la energía fósil, la alineación de la colectividad y las persona y la obsesión por la evaluación, superpotencia da con ingredientes adictivos de drogas como la calidad, las persecución , la descalificación y pronto la exclusión social. y el desempleo..
Hay un mundo posible y es diverso, abierto, alcanzable, heterogéneo, distinto, insospechado, biodiverso, feliz, responsable, solidario, sustentable, comunitario, con fuertes raíces de arraigo local, pero que propone conexiones múltiples y equitativas con el resto del planeta.
Este nuevo mundo sustentable, inacabado aún pero inundado con la esperanza de un mejor mañana, hay que pregonarlo porque está lleno de maestros que son valorados en su contexto y realidad específica. Como ustedes lo vienen a demostrar aquí y ahora.
Estamos urgidos de educadores ambientales formados en programas académicos que propaguen este contagio de la sustentabilidad. Que se quiten el tapa bocas, gritando, difundiendo, compartiendo y entregando la potencia sin límite de la intervención educativa en asuntos ambientales.
Estimados y muy queridas: Gloria, Elsa, Gisela, Mikiko, Liliana, Daniel Isaac, Oscar, Daniel Lara, Rubén Inclán, Víctor Miguel y Leonardo, miembros de generación Mtro Oswaldo Escobar Uribe y amadrinados de la Mtra. Alma Lilia Cuevas, dos increíbles y dignos egresados de este Programa Académico, que son ahora docentes que lo fortalecen. Me honra por lo tanto esa distinción, a académicos del Programa.
De los alumnos que hoy se vuelven candidatos al grado de maestros, de ustedes, podría decir mil cosas, anécdotas, historias, narraciones; productos intangibles e imborrables, recuerdos existenciales de una interacción educativa, cultural y afectiva que rebasa en algunos casos lustros. Algunos ustedes los conocí cuando estudiaba en la nacional de maestros, otros en la vida ejerciendo como profesor de educación básica, otras han sido mis alumnas desde licenciatura y otros egresados de alguna otra unidad de la universidad, los menos llegaron aquí por una sugerencia egresado de este mismo Programa Académico. Solo digo un hecho contundente e innegable: esta promoción, esta generación como las nombramos se abrió porque ustedes la demandaron, exigieron estudiar la Maestría de Educación Ambiental de la 095, por la ya larga trayectoria de la misma y por sus productos académicos. No tuvimos argumentos para negarnos.
Les tocó una época rica en frutos colectivos: creamos revistas digitales, manteniendo impresa Caminos Abiertos, participamos en Congresos Nacionales como del de investigación en Educación Ambiental en Puebla o el de Investigación organizado por el Comie en Ciudad Universitaria de la Ciudad de México; asistimos a apoyar la Especialidad de Educación Ambiental de la Maestría en Educación Básica, en la Unidad de Reynosa Tamaulipas de la UPN en un encuentro con estudiantes; participaron de innumerables tareas para que se celebrara el III Coloquio Nacional de estudiantes y egresados de Programas Académicos de Educación Ambiental en Mazatlán. En estos dos último años se continuó impartiendo el taller de intervención educativa en educación ambiental, que con asesorías y tutorías ha logrado consolidarse como una estrategia para seguir logrando productos finales que se convierten en tesis. Escucharon y compartieron con decenas, tal vez cientos de educadores ambientales en diversos lugares y centros educativos. La mayoría de ustedes publicó su primer artículo en una Memoria de un Congreso o un medio de divulgación. Crecieron todos en su conocimiento del mundo y de la educación en particular.
Solo me queda una solicitud, ahora en correspondencia a esa exigencia de haber exigido abrir esta generación; una atenta petición dividida en tres cosas, a saber: finalizar y defender su tesis de grado, continuar produciendo juntos ahora como colegas, es decir, que no se alejen del campo y espero una notable práctica como profesionales de la educación ambiental, que para eso se formaron.
Pero esto vendrá mañana. Hoy disfruten con quien más quieran el haber llegado a la conclusión de los créditos de la Maestría y el Diploma que los hace aspirantes al penúltimo grado académico, en la escalera al cielo de los grados académicos, en este caso en educación ambiental y eso hay que asumirlo, publicitarlo y pregonarlo. Muchas gracias.

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