8 de abril de 2013

La alumna diez (Cuento)


Fidel Silva Flores

Pablo Picasso Tres mujeres 1908
Era una niña con un presente perfecto, en la escuela en donde estudiaba, obtenía fácilmente diez de calificación en  todas sus materias. No necesitaba estudiar mucho. Sus padres y maestros se asombraban con los resultados. Tenía la mente adecuada para la escuela. Cuando alguna maestra deseaba recordar alguna actividad encomendada, bastaba preguntarle para que la respuesta correcta  apareciera al instante. 
Era una niña sobresaliente en el tercer grado. Se inscribió en la escuela a destiempo ya que la familia se había mudado de la ciudad de Oaxaca a la gran capital. Al padre por ser militar de tiempo completo, le eran asignados espacios de labor en toda la república. A sus quince años la niña conocía una buena cantidad de lugares del país por acompañar a sus padres. Por supuesto su carácter se adaptaba a las escuelas  y regiones a donde se presentaba a estudiar. De carácter alegre e interactivo, fácilmente hacia amistades. Era una niña simpática, agradable y nada presuntuosa por su inteligencia o belleza. Todos la estimaban.

Cierto día apareció el lobo feroz con cara de profesor. Era el maestro de ciencias (Física y Química) quien después de la primera evaluación de  física notó en su hoja de examen que solo tres respuestas eran las adecuadas a las preguntas teóricas; en cambio  los tres  problemas de aplicación en donde era necesario anotar los datos,  fórmula, sustitución, operaciones y escribir el resultado con las unidades correspondiente, estaban mal. Algo no funcionaba y la parte que no  trabajaba bien,  era el asesor. Posiblemente no logró explicar de manera adecuada las clases en general y las variables de los problemas en particular y la alumna se había confundido. Como las prácticas de laboratorio, las tareas, las actividades extracurriculares se habían desarrollado de manera puntual y correcta, la calificación asignada fue de ocho. Asentó la calificación en el cuadro de calificaciones al igual que las otras  y lo entregó al final del día viernes.

El día lunes a las 11 A.M.  fue mandado llamar con urgencia. Estaban la Asesora del grupo, la orientadora, la subdirectora, la jefa de materia y una mujer desconocida. Todas las miradas eran acusadoras y lo estaban esperando molestas. Le fue informado del problema y escuchó a lo lejos  como la niña estaba llorando de manera desconsolada en el departamento de orientación por ese primer fracaso estudiantil. El ocho asignado el día viernes era el causante del problema inmediato. Al ser cuestionado por todas, el  profesor sostuvo su evaluación y lanzo el  desafío, si la siguiente evaluación la alumna obtenía el diez  acostumbrado, modificaría el ocho por el diez como una concesión especial por la trayectoria de la alumna, eso siempre y cuando la parte administrativa y técnica de la escuela no presentaran objeción. La madre de la alumna (la cara desconocida) habló por primera vez aceptando la condición y comprometiéndose en apoyar a su hija.

Realmente la alumna se esforzó de manera increíble, además de las clases normales de la escuela le fueron  complementadas con clases particulares. Esos dos meses fueron  de lucha constante por parte de los alumnos, alumnas y el profesor de ciencias. Finalmente el grupo presentó  el examen y la alumna obtuvo el ansiado diez. Todos nos congratulamos. En los siguientes periodos la alumna sostuvo la calificación.

El tiempo pasó de prisa y más adelante, al paso de los años, una joven con aspecto de intelectual se presentó a la escuela secundaria y pidió hablar con el asesor de ciencias que se encontraba en la sala de maestros reunido con otros asesores. Era la señorita agradecida que regresaba del extranjero, la beca en Alemania se había terminado y con ella el doctorado de ciencias aplicadas. Estaba contenta y explicó lo sucedido en la secundaria hacia tanto tiempo. – Maestro, soy de las personas que tiene mente fotográfica de manera natural. En aquella época bastaba una sola mirada a los materiales de estudio  para rápidamente memorizarlos, no  me era imprescindible estudiar de manera esforzada como mis otros compañeros. Cuando entré a su clase en donde nos pedía que pensáramos para buscar la respuesta,  era algo inusual y nuevo para mí. Usted me infundía miedo, nos pedía que pasáramos al pizarrón  a resolver los problemas que continuamente planteaba. Ninguno de ellos  se repetía y el trabajo en equipo era abrumador; gracias a que tenía buenos compañeros de clase, y su guía como docente,  logré entender un poco de lo mucho que nos explicaba. Cuando mi madre se presentó con el personal de la escuela estaba muy apenada. Lloraba porque sabía que yo no entendía su materia y que usted tenía la razón al adjudicarme ese ocho que era más de lo que merecía. Gracias al promedio de equipo, logré obtener dicha calificación. Usted hizo la suma y la división correspondientes y asignó el número. Estaba avergonzada porque mi madre solo aceptaba el diez en mi boleta y ningún maestro rebajaría a su niña consentida. Por ello me prometí dar mi mejor esfuerzo de ahí en adelante. Gracias a la asesora en  particular y a que usted sin rencores me apoyaba para resolver los problemas, empecé a complementar la memoria prodigiosa que tenía, nada hice para merecerla; con el razonamiento despiadado que usted nos exigía. Fui afortunada, gracias a que  sostuvo sus clases con  las reflexiones aplicadas, me obligó para aprender a razonar y pensar de manera sistemática. Vine a despedirme de mis padres y de mi escuela;  gracias al promedio obtenido por allá,  logré ser seleccionada para un empleo bien pagado  en Alemania. Lo acepté a cambio de que se me permita complementar mis actividades con la docencia en línea aquí en México, país al que  debo mucho. Así como recibí tengo que dar.

Maestro el día en el cual usted se encuentre desolado porque considera que su trabajo no es tan estimulante como debiera ser, le pido que recuerde que la buena educación genera buenas personas, y que es directamente proporcional al tiempo empleado en enseñar. Vengo a darle las gracias a usted y a todos los docentes que nos ofrecen  momentos de ensoñación que ustedes  nos inspiran  por su amor a las ciencias y en su compromiso como docentes. Reciban este agradecimiento de una alumna que gracias a ustedes tiene la oportunidad de mostrar, que una mexicana tiene capacidad intelectual para mostrar y aplicar aquí y en el extranjero.

El viejo profesor, a quien de cariño le decían “cara de piedra” casi a punto de llorar por la emoción, recibió un fuerte abrazo de despedida de la futura contrayente quien era esperada por un joven de aspecto alemán. Solo alcanzó a decir: - Gracias a ti por darte tiempo y visitar a tus viejos maestros,  les infundes la confianza necesaria  para seguir adelante con esa profesión tan digna que es  el magisterio -.  Los compañeros de trabajo de ciencias para felicitarlo, enseguida le empezaron a lanzar papeles en forma de aviones, papel picado, “puyas”, clips y cuanto objeto tuvieran a la mano. Los profesores como trabajan con alumnos a diario, dejan escapar su alma de niño de vez en cuando. Finalmente agradeció el que lo hubieran “desinflado” con tanta rapidez. En un momento, atendería a otro grupo y era necesario ir despojado de tanta vanidad. Actualmente el constructivismo, permite a todos los docentes guiar los senderos de los alumnos a quienes se les ayuda de manera adecuada para construir de manera apropiada sus saberes.

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