Armando Zamora Quezada
Ya que este espacio cálido, amable,
en donde los retardos de los asistentes no son más que la evidencia de que esta
ciudad de México está hecha un caos, cumple su tercer aniversario y sobre todo
que mantiene la convicción de que mediante la cercanía y la discusión de las
ideas entre gente con las mismas intenciones y propósitos, puede llegar al término
de su formación con un trabajo aterrizable en un mundo terrestre cada vez más
lleno de extraterrestres.
Para hoy había pensado dar un bonito
texto, con palabras llenas de dulzura y elegancia, pero después pensé que así
no me formé yo. Por lo tanto estas palabras solamente son un pequeño y pálido
reflejo de lo que este espacio llamado Taller, sus tripulantes y la piloto me
han permitido lograr. La dificultad más grande que tuve al inicio de la planeación
de mi programa de intervención educativa fue el hecho de pensar en cómo cambiar
el sentido de las prácticas experimentales en mi clase de ciencias 1
(biología), y créanme, me dejaba horas pensando en cómo esta actividad que
siempre se realiza en la escuela secundaria pudiera servir para afianzar la
introducción de la Educación Ambiental en mi programa de intervención.
Después de varios días de intento, un
jueves, llegue a las 7 de la mañana a mi escuela ubicada en el Cerro Ajusco. Pensé en esto de cómo cambiar
las prácticas ¡y nada!, salí 11.30 de la mañana, crucé la ciudad de México de
sur a norte en mi helicóptero marca Nissan en aproximadamente 1hr, 50 minutos
hasta la colonia Lindavista donde se encuentra el segundo turno de la chamba,
pensando, y pensando… y nada, , en mis ratos libres seguí pensando en el
cuestionamiento hasta las 5.20 y nada, salí corriendo hacia la 095, se me atravesó
el tren en Vallejo y me detuvo 10 minutos, me puse a pensar y nada, seguí mi
camino llegue a la unidad como 6:40 de la tarde y ya seguramente había
comenzado el Taller.
Entré saludando a don Pedro, que nos
abre la puerta muy amablemente, subí por el elevador y con la confianza del
espacio entré al Taller, atentamente escuche a mis colegas que intervenían y
las recomendaciones de Nancy, cuando de pronto ella dijo:
el problema está en que seguimos haciendo las
cosas, o nuestras prácticas de la misma manera pero no hay reflexión, es decir,
debemos pensar en que la Educación Ambiental parte de lo que hacemos y de ahí
se generan nuevas formas.
¡Eso es!, mientras la maestra daba su
opinión yo estaba aplicando mentalmente lo que decía a mi práctica docente, pensando
en que después de la última práctica no me detuve a reflexionar sobre los
resultados, pensé en mis alumnos, pensé en el objeto de estudio de la Educación
Ambiental. Pensé en que también tenía hambre, y fue entonces que rápidamente
tomé mi cuadernito azul, la pluma y comencé a escribir.
Me cayó el veinte de que lo que debo
cambiar es la intencionalidad y con ello el enfoque de mi clase. ¡Ya está! me
dije, no debo cambiar mis instrumentos de la ciencia como el microscopio, lo
que debo hacer es, como lo hace el capitán en la película de “Capitán de mar y guerra” cambiar la
forma en el abordaje y mimetizó su barco de guerra en un barco ballenero para
llegar a la victoria.
Cambiar la forma de abordar el
proceso educativo implica darle un nuevo sentido, partir de lo conocido para
construir formas nuevas, recordar que tenemos un presente lleno de fondos de
conocimiento listos para ser útiles en esta reconstrucción. Reconstruir implica,
como menciona Velazco en su artículo de la revista de Sustentabilidad (es), dejar de pedir el pan nuestro de cada día al
creador y como lo hacen en la amazonia, amazar
ese pan que nos han dado desde el inicio de los tiempos para que no pierda su
valor, se reafirmen los lazos con el territorio y con el resto de la comunidad.
Finalmente quiero compartir una
pequeña muestra de lo que he pensado hacer, con los instrumentos de mi práctica
docente en la ciencia, que considero pueden ser llamados y realizados como
prácticas sociales, ya que la formación en ciencias no puede seguir siendo
pensada como una isla separada de la vida social, a la cual la escuela en la
realidad no puede sustraerse. El trabajo de ciencias lo realizan personas con
sueños, situaciones y problemas en común que deben equilibrarse en comunidad. El
equilibrio en nuestro ecosistema global tiene una lógica en su red de
relaciones que es difícil ver, como el contenido de este ya tan conocido PET
(botella con CO2 en gas), si la
observamos, podemos decir que a simple vista no vemos nada en el interior, como
entre una planta y otra o entre nosotros mismos, tampoco vemos nada.
La ciencia me ha enseñado a ver a
través de algunos instrumentos lo que escapa a los ojos, pero la convivencia de
los jueves y de todos los días con las personas me ha enseñado ha ver que en
esos espacios aparentemente vacios se esconde algo capaz de terminar con el
fuego, uno de los cuatro elementos que en la película de “El último maestro del aire” domina ante el aire, la tierra y el
agua.
Esto que no se ve entre las personas,
también interpela a un gran sociólogo y educador como Durkheim en la educación
y dice que lo importante en este proceso, no es la mera enseñanza o el mero
aprendizaje, ni la suma de las partes sino la relación que se construye en la
socialización de los procesos.
Finalmente para representar esto que
no se ve pero que existe, les traje la siguiente práctica social, para pasar de
las palabras al hacer, pasemos a la práctica, de lo que no se ve a lo que
sucede…
…cuando esto que no se ve, pero que
en nuestras aulas sentimos que existe y además es aprovechado por nosotros los
profesores con una intencionalidad diferente a lo que siempre ha sido, vamos a
encontrar resultados distintos.
(Experimento: la cueva del perro: se encienden
cuatro velas en escalera, se introduce en una caja de acrílico transparente y
se vacía el CO2 de la botella en el interior = R: las velas se apagan)
Muchas gracias por el espacio, por la
tolerancia, la amistad, la enseñanza, pero sobre todo por la pasión con que es
piloteado este taller que me ha permitido aterrizar después de este largo vuelo.
Gracias maestra Nancy, gracias a los compañeros y al colegio de la Maestría de Educación Ambiental de la Unidad 095
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