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Uno de los actores más vapuleados por la sociedad de hoy es el maestro. Ser maestro hoy, equivale, ante los ojos de muchos mexicanos, ser parte de un grupo peligroso que o es mero alfil de la dirigencia del SNTE, o es un ser disfuncional que impunemente hace paros, manifestaciones y genera violencia, sin más. No hay matices. Los maestros somos una bola de perezosos, indolentes y malos mexicanos que atentamos contra el progreso y a los que se nos debe correr, previa evaluación oficial.
Los resultados de la evaluación estandarizada, una vez que se compara con los países miembros de la OCDE, nos colocan en franca desventaja y, por ello, bajo una lógica perversa que no atiende la complejidad del asunto se nos señala y pone en el paredón del escarnio público: culpables. Échenlos. Sustitúyanlos. Acabemos con las manzanas podridas para que no sigan enfermando a nuestros niños y jóvenes.
En defensa de los maestros, argumentaríamos muchas cosas. Basten algunas como muestra:
a) Un examen estandarizado en un país desigual es tan aberrante como si en el box compitiera uno de peso pesado contra uno de peso gallo. Finlandia (número uno en esos exámenes, el peso pesado en la presente analogía) es un país con un estándar de vida muy superior al nuestro: con un sindicato funcional y no charro; con alumnos bien alimentados; sin violencia, ni narco; sin vergonzosas desigualdades ni archimillonarios de la lista de Forbes; sin monopolios televisivos y donde los maestros son de los profesionales mejor pagados.. ¿Algo más? Ah, sí, toda la educación es pública y la cultura del trabajo es parte de su idiosincrasia.
b)En un país como el nuestro, (el peso mosca del ejemplo) los maestros competimos día a día contra los mensajes televisivos; no tenemos buenas ofertas de capacitación; la promoción y el ascenso obedecen a criterios tan burdos como la acumulación de diplomas y créditos de instituciones, no siempre, de la mejor calidad: Hay que acumular puntos para tener mejor sueldo..
c) En México los procesos democráticos están contaminados de origen por la connivencia entre los magnates y los que administran los bienes —incluido el educativo— es decir, el poder formal. En ese sentido, el poder formal (gobierno/SEP) tiene adeudos con los poderes fácticos (Televisa/ TV Azteca, etc.) que lo ayudaron a encumbrarse y debe obedecer sus propuestas ‘pedagógicas’: Educación por competencias para generar individuos funcionales, acríticos que, gradualmente, se incorporen al sector productivo para que todo siga igual ad infinitum. Los ricos mandando y administrando y los demás trabajando para ellos;
d) Pulverización y exhibición de las miserias de la educación pública para justificar su exterminio: dejarlas que mueran de inanición o promover la ‘participación de la comunidad’ lo que, en la práctica, significa privatización. Ya después se harán teletones para mejorar las escuelas. y la televisión se encargará de ponderar la gran visión asistencialista a la que hay que agradecer con fervor casi religioso por los favores recibidos.
¿Verdad que no es nada más hablar de evaluación? Sobre todo cuando, ni siquiera, entienden lo que implica el término que, ciertamente, no es sólo un rasero fijo y estándar. Y faltan muchos más ángulos que no ser consideraron, como la segregación, la discriminación, las condiciones laborales, la infraestructura….¿Sólo obedecemos a la líder o sólo desestabilizamos? Ni lo uno ni lo otro. Los maestros somos seres pensantes, que tenemos el derecho a protestar y proponer alternativas a las aberrantes decisiones del poder formal. Los maestros hemos sido parte importante en la construcción del país y tenemos la obligación de mantener ese estatus enseñando a nuestros alumnos a pensar antes que a ser funcionales ¿Eso nos convierte en delincuentes? Por supuesto que no. Alcemos la voz en los diferentes foros a los que tengamos acceso y enfrentemos nuestro compromiso, día a día, en las aulas con una visión que trascienda el enfoque administrativo de la educación para dar paso a uno transformador o, al menos, sembrador de nuevos horizontes. Vienen tiempos decisivos. Hagamos lo que nos corresponde.
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